lunes, 10 de febrero de 2014

EXTRACTO DEL LIBRO "MUERO POR SER YO" DE ANITA MOORJANI (referente a la charla nº8)


Las razones de su enfermedad yacen en su viaje personal y probablemente estén relacionadas con su propósito individual.
Puedo resumir la respuesta a la pregunta de por qué me dio cáncer en una palabra: miedo.

Miedo a casi a todo: al fracaso, a no gustarle a nadie, a caerle mal a la gente y a no ser lo suficientemente buena, a la enfermedad, al cáncer en particular, lo mismo que a su tratamiento. Le tenía miedo a vivir y estaba aterrada de morir.

En realidad ya somos aquello que tratamos de lograr durante todas nuestras vidas, pero simplemente, ¡no nos damos cuenta!

pero yo tenía esa pequeña voz molesta de desaprobación continuamente en mi cabeza. Le daba gusto a los demás y le temía a la desaprobación sin importar de dónde venía.
 
Maniobraba para evitar que la gente pensara mal de mí y con el paso de los años, me perdí a mí misma en el proceso. Estaba completamente desconectada de quién era yo o lo que quería, porque todo lo que hacía estaba diseñado para ganar la aprobación –de todos, excepto la mía propia. De hecho, en los años que me llevaron al cáncer, si alguien me hubiera preguntado que quería en la vida, habría tenido que decir que en realidad no lo sabía. Estaba tan envuelta en las expectativas de mi cultura, tratando de ser la persona que se esperaba que fuera que realmente no sabía qué era importante para mí.

Le tenía temor tanto a la enfermedad en sí como al tratamiento de quimioterapia.
 
Lentamente, me encontré aterrada tanto de morir como de vivir. Estaba atrapada por mis miedos. Mi experiencia de vida se estaba volviendo cada vez más pequeña porque para mí el mundo era un lugar amenazante... Y luego, me diagnosticaron cáncer.

Aunque parecía que estaba luchando contra la enfermedad, yo creía que el cáncer era una sentencia de muerte. Pasé por las etapas de hacer todo lo que podía, pero en el fondo de mi mente, creía que no lo iba a lograr. Y le tenía mucho, mucho, miedo a la muerte.

El hecho de que los científicos continuamente decían que estaban tratando de encontrar una cura para el cáncer, me indicaba que aún no había una solución conocida. Este parecía ser un hecho aceptado, por lo menos en el mundo médico convencional. Estar informada que la medicina convencional era la única opción y que esta disciplina admitía que no había cura, fue suficiente para enviar un sentimiento profundo de terror al centro de mi corazón. La palabra cáncer en sí misma fue suficiente para causarme este miedo y las carencias de la ciencia, apoyaron el sentimiento de que iba a morir.

Aún así hice todo lo que pude, pero la enfermedad parecía estar progresando y empeorando.
 

Aunque la mayoría de la gente que conocía me aconsejó en contra, opté por la medicina alternativa porque sentía que con la terapia convencional, estaba condenada desde el comienzo.
 

En su lugar, tomé todas las modalidades que conocía y como mencioné antes, renuncié a mi trabajo y me dediqué durante años a este proceso.

Intenté la sanación a través de la fe, la oración, la meditación y las sesiones energéticas. Leí todos los libros a los que pude echar mano sobre el cáncer, aprendí cada connotación posible dada a la enfermedad. Trabajé en terapia del perdón y perdoné a todos los que conocía y después, los volví a perdonar. Viajé a la India y a China, conocí monjes budistas, yoguis indios y maestros iluminados, con la esperanza de que ellos me ayudaran a encontrar respuestas que me condujeran a la sanación.
 

Intenté ser vegetariana, meditar en la cima de la montaña, el yoga, la medicina ayurvédica, el balance de los chakras, la medicina china herbal, la sanación pránica y Chi Gong.

Pero a pesar de todo esto, mi cáncer continuaba empeorando. Mi mente estaba en un estado de total confusión y yo continuaba perdiéndome, aún más, en diferentes modalidades de sanación, probando todo, sólo para permanecer viva, mientras mi salud continuaba deteriorándose. Como lo describí antes, mi cuerpo, eventualmente, dejó de absorber nutrientes y tuve una pérdida muscular al punto que ya no pude caminar. Mi madre me cuidaba porque yo no podía hacerlo. Fue muy difícil para todos nosotros y podía sentir su dolor sumado al mío.

No puedo describir lo intenso que era el terror que estaba experimentando mientras día tras día, mientras mi cuerpo continuaba deteriorándose. Me agarraba a la vida con las uñas. Iba a grupos de sanación espiritual donde incluso me dijeron que esto era mi elección. También escuché que el mundo es una ilusión.

Estaba muy frustrada y con miedo, preguntándome: ¿Por qué iba yo a escoger esto? ¿Cómo puedo escoger algo diferente? Si esto es una ilusión, ¿por qué se siente tan real? Si Dios oye todas las oraciones, ¿por qué no está oyendo las mías? Había estado probando seriamente todo lo que pude: perdón, limpieza, sanación, oración y meditación. Simplemente no podía entender por qué me estaba pasando esto.

Pero cuando finalmente se volvió demasiado difícil de aguantar, me solté. Hubo un total e interno dejar ir. Después de que el cáncer devastó mi cuerpo durante más de 4 años, simplemente estaba demasiado débil para continuar... así que me rendí. Estaba cansada. Sabía que el siguiente paso sería la muerte y finalmente había llegado al punto donde le daba la bienvenida. Cualquier cosa tenía que ser mejor que esto.

Ahí fue cuando caí en un coma y mis órganos empezaron a apagarse. Sabía que nada podría ser peor que lo que mi familia y yo estábamos viviendo. Empecé a sumergirme hacia la muerte.

El reino que experimenté cuando mi cuerpo se apagó me permitió ver mi propia magnificencia, sin las distorsiones del miedo. Fui consciente del poder grandioso al que tenía acceso.

Cuando renuncié a aferrarme a la vida física, no sentía que necesitaba hacer nada en particular para entrar en el otro reino, como rezar, cantar, usar mantras, el perdón o cualquier otra técnica.
 

Continuar era parecido a hacer absolutamente nada.
En ese estado de claridad en el otro reino, instintivamente entendí que yo estaba muriendo a causa de todos mis miedos. No estaba expresando mi verdadero ser porque mis preocupaciones no me dejaban hacerlo. Entendí que el cáncer no era un castigo. Era simplemente mi propia energía, manifestándose como cáncer porque mis miedos no permitían que me expresara como la fuerza magnificente que era.

En este estado expansivo, fui consciente de cuán duro me había tratado y juzgado a mí misma durante toda mi vida. Nadie me estaba castigando. Finalmente había entendido que era a mí a quien no había perdonado y no a otras personas. Yo era a quién estaba juzgando, a quién había abandonado y a quién no había amado lo suficiente. No tenía nada que ver con nadie más.
Sólo por el hecho de existir, me hacía merecedora al amor incondicional. Me di cuenta de que no necesitaba hacer nada para merecerlo –ni rezar, ni rogar ni nada más. Entendí que nunca me había amado a mí misma, ni valorado, ni había visto la belleza de mi propia alma. Aunque la magnificencia incondicional siempre estaba para mí, sentía como si la vida física la hubiera, de algún modo, decantado o desgastado.

Este entendimiento hizo que me diera cuenta que no había nada que temer. Simplemente vi aquello a lo que tengo acceso -a lo que todos tenemos acceso. Y entonces hice una poderosa elección: regresar.
 

Esta decisión consciente, fue la única y poderosa fuerza que dirigió mi regreso. En el momento en que desperté de nuevo en mi cuerpo, supe que cada una de las células respondería a la decisión de regresar y que iba a estar bien.

Finalmente permití que mi verdadero espíritu brillara. Ya no estaba en un estado de pensar, sino en un estado de Ser. En este estado de Unicidad se trasciende la dualidad. Era capaz de estar en contacto con quien soy de verdad, la parte de mí que es eterna, infinita y abarca el Todo.  

Las creencias que ya no nos sirven, nos mantienen encerrados en un estado de dualidad y permanente juzgamiento. Lo que apoyamos lo consideramos "bueno" y "positivo"; y lo que no, no.

Además nuestras creencias nos ponen en la posición de necesitar defenderlas cuando los demás no estén de acuerdo. Y cuando invertimos demasiada energía en defendernos, nos volvemos reacios a soltarlas, aún cuando estas ideas ya no nos sirvan. Ahí es cuando nuestras creencias empiezan a poseernos, en lugar de ser al revés.

El Ser consciente (la verdad) no necesita defensas. Se expande, crece y puede abarcarlo todo, acercándonos al estado de Unicidad. Ahí es donde los milagros tienen lugar. Por el contrario, las creencias sólo nos permiten aquello que consideramos creíble y descartamos todo lo demás. 
En otras palabras, lo que se requería era una ausencia de creencias para mi sanación.

En el momento en que renuncié por completo a mi fuerte deseo de permanecer viva, experimenté la muerte. Y en la muerte, entendí que todavía no era mi tiempo. Cuando estuve dispuesta a soltar lo que quería, recibí lo que era mío de verdad; y entendí que lo segundo es siempre el regalo mayor.

Aprendí que las ideologías sostenidas fuertemente, realmente trabajan en mi contra. La necesidad de actuar sobre creencias concretas limita mis experiencias porque me mantiene sólo en el reino de lo conocido -y mi conocimiento se limita. Y si me restrinjo sólo a lo que soy capaz de concebir, estoy deteniendo mi potencial y lo que permito en mi vida. Sin embargo, si puedo aceptar que mi entendimiento es incompleto y soy capaz de estar cómoda con la incertidumbre, esto me abre al reino de las infinitas posibilidades.

Soy muy poderosa con sólo soltar; con sólo desapegarme de mis creencias y de mis no creencias, me abro a todas las posibilidades. Así mismo esto se da al experimentar una claridad interna mayor y la sincronicidad. El mismo hecho de necesitar seguridad es un bloqueo para experimentar mayores niveles de consciencia. Por el contrario, el proceso de soltar y abandonar todas las ataduras a cualquier creencia o resultado, produce un efecto de liberación que conduce a la sanación. 
Para que la verdadera sanación ocurra, debo desapegarme de la necesidad de ser sanada y sólo gozar y confiar en el hermoso viaje que es la vida.

Fue importante darme cuenta que soy mucho más que mi biología, que soy algo infinitamente mayor. Y nuevamente, quiero reiterar que ¡la enfermedad no es nuestra culpa! Pensar de ese modo puede ser frustrante para cualquier persona que esté enferma; pero sí estoy diciendo que nuestra biología responde a nuestra consciencia; nuestros hijos, animales y nuestros alrededores también lo hacen. Nuestra consciencia puede cambiar las condiciones del planeta de una forma mayor de la que nos damos cuenta. Esto se debe a que ¡todos estamos conectados -no me canso de repetirlo lo suficiente!

Ser capaces de respetar la esencia de las cosas, sin exigir que sean diferentes -y esto nos incluye a nosotros mismos. No tenemos que tratar de vivir para llenar las expectativas de perfección de otras personas y luego sentirnos inadecuados cuando fallamos.

En otras palabras, estoy en mi punto de poder más elevado cuando trabajo fluyendo con la vida en vez de ir en contra de ella.

Está muy bien que yo les hable sobre sanación después de haberlo experimentado, o que les diga que crean y se suelten dejando que la corriente de la vida se encargue; pero cuando uno está pasando por un período realmente bajo, es difícil hacerlo –y, más aún, saber por dónde empezar.
 

Sin embargo, creo que la respuesta es más simple de lo que parece y es uno de los secretos mejor guardados de nuestro tiempo. La importancia de amarse a sí mismo. Pueden fruncir el ceño o bajar la cabeza desaprobando esta idea pero no puedo enfatizar lo suficiente lo importante que es cultivar un profundo romance con nosotros mismos.

Entender que ser yo, es ser amor, es la lección que salvó mi vida.

Muchos de nosotros todavía creemos que tenemos que trabajar para ser amorosos; eso significa vivir en la dualidad, porque hay uno que da y otro que recibe. Entender que somos amor lo trasciende. Significa entender que no hay separación entre tú y yo y si yo soy consciente que soy amor, sé que tú también lo eres. Si me amo automáticamente ¡siento lo mismo por ti!

El universo entero se compone de amor incondicional y yo soy una expresión de él. Yo no puedo ser otra cosa, porque esta es mi esencia y la naturaleza del universo entero. Entenderlo me hizo comprender que no es necesario tratar de ser alguien más, con el fin de ser valorada. Ya soy todo eso que podría intentar ser.

Cuando sabemos que somos amor, no necesitamos trabajar para ser amorosos hacia otros. Sólo tenemos que ser fieles a nosotros mismos y nos volvemos instrumentos de energía de amor, la cual toca a todos con quienes estemos en contacto.

Ser amor significa ser consciente de la importancia de nutrir mi propia alma, cuidando de mis propias necesidades, sin ponerme de últimas todo el tiempo. Esto me permite ser siempre fiel a mí misma y tratarme con total respeto y amabilidad. También me permite ver aquello que podría ser interpretado como imperfecciones o errores, sin juicio, observándolos solamente como oportunidades de experimentar y aprender con amor incondicional.

Para realmente amar a alguien incondicionalmente, tengo que sentirme de esa manera hacia mí misma. Yo no puedo dar de lo que no tengo.

Cuando estoy siendo amor, no me siento agobiada, ni necesito que las personas se comporten de cierta manera para poderme sentir amada o para que yo comparta mi magnificencia con ellos.
 

Ellos están automáticamente recibiendo mi amor como resultado de que yo sea mi ser verdadero.
 

Y cuando no me estoy juzgando a mí misma, me siento de esa manera hacia los demás.

Cuando todos somos conscientes de nuestra propia magnificencia, no sentimos la necesidad de controlar a los demás y no permitimos ser controlados por nadie. Cuando desperté en mi ser infinito, estaba maravillada de entender que mi vida podría ser dramáticamente diferente sólo por el hecho de darme cuenta que soy amor y que siempre lo he sido. No tengo que hacer nada para merecerlo. Este entendimiento significa que estoy trabajando con la energía de la fuerza de vida, mientras que actuar para ser amorosa, trabaja en contra.

Ser consciente de que soy amor fue la lección más importante que aprendí, permitiéndome soltar todo miedo y esa fue la llave que salvó mi vida.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario